Ingleñotl vs Cityspeak

Que hable quien tenga la lengua más larga.

Jorge Mencos
3 min readJan 9, 2021
Blade Runner | Ridley Scott | 1982 | Warner Bros.

En la afamada obra cinematográfica Blade Runner de 1982, el actor Edward James Olmos interpreta a Gaff, un personaje que se comunica hablando el dialecto de su ciudad: el Cityspeak. Nos encontramos en la imaginaria ciudad de Los Ángeles durante el año 2019. Esta mezcla de idiomas es una combinación que va del alemán al chino, pasando desde luego por el español.

Aquellos que en México pudieron tener esta primera referencia y no la versión posterior de Blade Runner 2049, ni la idea original plasmada en Do Androids Dream of Electric Sheep? / Sueñan los androides con ovejas eléctricas de Philip K. Dick —quien por cierto no menciona nada sobre el Cityspeak en la novela–, se sintieron fascinación por ver, entre otras cosas, cómo los automóviles se movían flotando por el aire, zumbando entre las perpetuas atmósferas nocturnas y los acordes del New Age de Vangelis.

Pero aquella fantasía tecnológica no sucedió, porque en el 2019 real a duras penas comenzó una lenta transición a los autos híbridos y sin embargo, algo sí quedó claro en relación al Cityspeak: la descomposición del idioma, o para ser más optimistas, su transformación.

Quizá fue el mismo Ridley Scott quien trató de tatuar este gesto sobre el celuloide, adentrándose en los efectos de la ya latente posmodernidad y adelantando unos pasos a la globalización. En el mejor de los casos quiso ver un poliglotismo idealizado, con una mezcla variada entre distintos idiomas, para dar lugar a una lengua multicultural, coherente y de dominio público.

Tanto el 2019 imaginario como el real, han quedado atrás, y a diferencia del Cityspeak de Gaff, el mundo sigue intentando tener un sólo idioma en el centro de muchos otros, donde una comunicación profunda se ve limitada y a la vez se convierte en el único punto de contacto, reduciendo tantas formas de ver el mundo, a una sola y llana manera de pensar, actuar e incluso sentir. ¿Cómo podríamos tener las ventajas de un sólo idioma sin aniquilar el resto, sin cortar las raíces de los demás?

Siendo México un país de una diversidad cultural inmensa, no ha cedido por completo a esta necesidad mundial y aunque la lucha por la lengua no es lo único que se pelea aquí, es a través de ella que se traslucen muchos detalles por demás interesantes.

Aquellos cantantes de los 70 que se hacían famosos traduciendo e interpretando canciones inglesas, italianas o francesas, se vieron absorbidos por los nuevos ídolos llamados internacionales, que más bien eran norteamericanos. En el cine ocurrió algo similar y quizá más radical, porque fuimos del doblaje, a los subtítulos y luego a la nada, a lanzar los productos audiovisuales sin más, en su forma e idioma original, sin ninguna vestidura de tipo transliteral.

Actualmente podemos ver series y productos audiovisuales dirigidos a los niños en horarios familiares, que sin subtítulos —mucho menos con doblaje–, se transmiten continuamente en la televisión abierta, esa que aún existe y que llega a esas zonas donde no hay Internet pero sí electricidad y esto pudiera incluir varias comunidades indígenas del territorio nacional.

¿Faltará mucho para que se declare el inglés como idioma oficial de los Estados Unidos Mexicanos? Quizá como un enfrentamiento armado, que se sustituye por una guerra mediática, no sea necesaria tal “certificación”. Por ahora sólo somos testigos de los híbridos sociales que reflejan una gran cantidad de acentos y entonaciones en la CDMX, por ejemplo.

Esta línea multifonética de la ciudad va desde los remansos de las lenguas indígenas en muchas esquinas a voces guardadas de aquellos que corren a vender una bolsa de mandarinas por la calle, hasta familias completas hablándose ya de plano en inglés, pensando que viven “del otro lado”, pero sin sufrir el racismo de ser latinos y jugando a la superioridad, creyendo que algo especial los divide del resto de los habitantes.

De nuevo un panorama de percepciones sobre la realidad, una multitud de experiencias de muy distintos niveles, un abanico de reproches caducos conviviendo, y una mezcla de rasgos que durante siglos no ha conseguido reconciliarse con el espejo. ∎

--

--

Jorge Mencos

Armo historias y rompecabezas. Me alimento de curiosidades y sardinas.